Los frutos silvestres son bayas que maduran durante el verano. Algunas, como las moras, crecen generalmente en los zarzales que rodean un campo. Otras, como las fresas silvestres, crecen en bosques. Y otras, como las frambuesas, los arándanos y las grosellas, las podemos cultivar en nuestro jardín, siempre que tenga algo de silvestre...
Es decir, que vayas donde vayas, te encuentras bayas (ja, ja, ja, qué bien me ha quedado!!)
Pues eso mismo pasa en nuestra Biblioteca: que mires donde mires, puedes encontrar un fruto silvestre estampado en una tela.
Y es que las frutitas silvestres destacan por sus propiedades nutritivas, antioxidantes, vitaminas y minerales, y además son refrescantes y estimulantes.
Las de color morado, como arándanos o moras, tienen antocianinas, que protegen de enfermedades degenerativas, cardiovasculares y cáncer.
En general, tienen vitaminas A y C, calcio, hierro, fibra y oligoelementos, lo que las hacen muy apreciadas para la salud. Tienen propiedades antibacterianas, antisépticas, diuréticas y son poco calóricas. Pero qué más se puede pedir????
Su sabor intenso, genuino y agradable las ha convertido en un manjar desde los tiempos prehistóricos.
Sus colores llamativos las hacen irresistibles en cualquier postre, helado, tarta o sorbete, e incluso acompañando a platos salados como carnes, quesos o foies.
Aromáticas, dulces y sabrosas, nos rechiflan en la Biblioteca; por dentro y por fuera, porque sientan bien en cualquier estilo y cualquier ocasión.
Además de las mencionadas, tenemos madroños, escaramujos (frutos del rosal silvestre), endrinas, bayas de sauco, goji, serbal, calafate, enebro, cerezas y manzanas silvestres... Hay muchísimas, hasta una que se llama
pompón!!!
Las frutas silvestres tienen más sabor y olor que las cultivadas, y sus propiedades nutritivas y curativas son mucho mayores.
En fin, ya habréis visto que somos grandes defensoras de lo silvestre... Os hemos convencido??