Hay días en los que me levanto con el intenso sentimiento de ponerme femenina.
No digo sexy ni espectacular, sino todo feminidad y gracia.
No rechazo un escote de vértigo, pero lo dejo para otro día.
Esos días, me pongo un moño como las actrices de los años 50, sobrias, elegantes y mujeres 100%.
Me calzo unos taconazos o unas bailarinas, que también sirven, o mis maravillosos "zapatos de botón".....
Unos pendientes discretos pero brillantes, un vestido de algodón que se mueva conmigo haciendo un ligero fru-frú al caminar.
Una capita como las mañanitas de mi abuela, en angora suave y esponjosa.
Me maquillo y me perfumo, todo dulzura de nuevo, subo la barbilla, ilumino mis ojos, instalo mi sonrisa más reconfortante a base de recuerdos agradables y salgo a la calle o a la oficina sintiéndome toda una mujer.
Me rodea un aura invisible de flores de primavera, narcisos estrella, jacintos fragantes, rositas de té.....