Un bosque muy animado

Para nada Clara se había perdido, de hecho estaba encantada viendo todas las florecillas y arbustos que hay en esta época del año.

Estuvo admirando las melissas officinalis,

las hederas helix

la pimpinella anisum,

los vacynium corimbossum,

las acacias dealbatas, (que aquí las llamamos Mimosas),

y las amanitas muscarias. Pero... un momento, son todo setas silvestres??

¿Qué hay bajo el arbusto de guindo al que estaba subida Clara??

Pero, no puede ser, si parece... una lesly seta del bosque!!!

Clara se asomó más, quiso mirarla más de cerca, cerciorarse con sus propios ojos...

ver que aquello no era una alucinación debido al hambre...

Y se asomó tanto, que se cayó al suelo. La altura era apenas de tres pies más nueve pulgadas menos una yarda (o sea, dejándonos de rollos, una altura de nueve pulgadas, porque ya todos sabréis que una yarda es igual a tres pies, luego sumar y restar ha sido solo por darle emoción, pero la altura era el cuerpo y medio de una Lesly estándar). 

Y fue a caerse al suelo a los pies de aquella aparición...

Por todos los gnomos de jardín, pero si iba vestida de setas de pies a cabeza!!! (o sea, 33 cms vestida de seta).

¿Será quizás un duendecillo del bosque?  ¿Acaso un hada de los champiñones?

¿¿Será un espejismo del desierto en mitad del monte??

Durante un momento de aproximadamente 20 segundos, tres décimas y cuatro centésimas, ambas niñas miraron para otro lado.

Clara, por pura vergüenza, porque a nadie le gusta que le vean caerse de un guindo.

E Irati por el susto que se había llevado, ella que estaba allí tranquilamente dando un paseo y admirando amanitas muscarias. Venenosas, claro.

-¡Hola!, dijo Irati tras los 20 segundos y pico. ¿Siempre apareces así de la nada?

-¡Hola!, contestó Clara, con su acrisolada educación (que para algo estudia en la Biblioteca Silvestre). No aparezco de la nada, me he caído del guindo...

Yo me llamo Clara, y tú??

-Yo me llamo Irati y me has dado un buen susto, a mí que estaba aquí tranquilamente dando un paseo y admirando amanitas muscarias. Venenosas, claro.

-Ah, vale, pues perdona, no era mi intención. ¿Vives en esa puertecita de ahí detrás?

¿Cuántos años tienes? ¿A qué colegio vas? ¿Tienes hermanos? ¿Y mascota? ¿Cuáles son tus hobbies? ¿Te gusta jugar al escondite? ¿Y leer?, preguntó Clara olvidando de un plumazo todas las enseñanzas sobre comportamiento educado en una presentación que le habíamos dado en la Biblioteca.

-¿Cómo voy a vivir en esa puertecita que es como para Barriguitas? ¿No ves que no quepo??

Trece; a la escuela de mi pueblo; no; ya me gustaría; pasear por el bosque, comer gominolas, leer y hacer pasteles; sí, me encanta y ya te lo he contestado, respondió Irati escuetamente.

-Pues no sé si te apetece venir, pero a veinte yardas, un pie y tres pulgadas de aquí hacia el nordeste, está la Biblioteca Silvestre, donde yo vivo con un montón de chicas más, de varias nacionalidades y personalidades:

hay rusas, italianas, francesas, princesas, equilibristas, marineras, saltimbanquis, amantes de la moda y de los ositos de gominola. No hace falta que hables idiomas pero siempre ayuda.

Hacemos guerras de almohadas, fiestas en el jardín y por nuestros cumpleaños. Hay bandas de pelirrojas peligrosas y mucha camaradería.

Nos lo pasamos pipa a pesar del toque de queda, de los zafarranchos de organización de la Bibliotecaria y de sus pequeñas obsesiones con nuestro aseo personal...

Las asignaturas son muy variadas y este curso tenemos un módulo entero sobre las amanitas muscarias, así que yo creo que tú vivirías allí divinamente. ¿Te vienes??

Y tras un intervalo de cinco segundos, cuatro décimas y dos centésimas exactas,

 Irati dijo SÍ!!